ALGUNAS DE LAS PROFECÍAS CUMPLIDAS

Publicado en por Roberto Héctor Iglesias

El origen divino de la Biblia se demuestra también de forma inequívoca por los centenares de profecías que contiene, que se han cumplido hasta en sus menores detalles. Ninguna mente investigadora y honrada puede dejar de sentir el tremendo impacto del enorme peso de esta evidencia. En realidad, Dios mismo apela a este testimonio de la paternidad divina de la Sagrada Escritura (Isaías 41: 20-26 ; 43: 8-11).

20  Porque vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano de Jehová hace esto, y que el Santo de Israel lo crió.

21  Alegad por vuestra causa, dice Jehová: exhibid vuestros fundamentos, dice el Rey de Jacob.

22  Traigan, y anúnciennos lo que ha de venir: dígannos lo que ha pasado desde el principio, y pondremos nuestro corazón en ello; sepamos también su postrimería, y hacednos entender lo que ha de venir.

23  Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois dioses; ó á lo menos haced bien, ó mal, para que tengamos qué contar, y juntamente nos maravillemos.

24  He aquí que vosotros sois de nada, y vuestras obras de vanidad; abominación el que os escogió.

25  Del norte desperté uno, y vendrá; del nacimiento del sol llamará en mi nombre: y hollará príncipes como lodo, y como pisa el barro el alfarero.

26  ¿Quién lo anunció desde el principio, para que sepamos; ó de tiempo atrás, y diremos: Es justo? Cierto, no hay quien anuncie, sí, no hay quien enseñe, ciertamente no hay quien oiga vuestras palabras.

 

8   Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y á los sordos que tienen oídos.

9  Congréguense á una todas las gentes, y júntense todos los pueblos: ¿quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oir las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan: Verdad.

10  Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí; para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fué formado Dios, ni lo será después de mí.

11  Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.

 

Al considerar la profecía es importante observar que cada detalle adicional que se incluya en cualquier predicción disminuye la probabilidad de su cumplimiento en la proporción exacta en que se den estos detalles.

Por ejemplo, las letras A, B y C pueden ordenarse en de seis formas distintas (1X2X3=6). Las letras A, B, C, D, E y F pueden ordenarse en de 720 formas distintas (1X2X3X4X5X6=720). Esta ley es la que se llama de las permutaciones. Si aplicamos esta ley a algunas de las profecías que contienen diez o más detalles, dados en cierto orden para su cumplimiento, las posibilidades de que tales predicciones se cumplan en el orden previsto, por mera coincidencia, es de 1 en 3.628.800.

A. T. Pierson, en su libro “Muchas pruebas infalibles”, usa con excelentes resultados este argumento para demostrar la verdad de las Escrituras por medio del cumplimiento de las profecías.

Entre los muchos casos notables de cumplimiento de profecías se encuentran las concernientes al pueblo judío, a Tiro, Jerusalén, Jesucristo, algunas ciudades de Galilea, los cuatro imperios de Daniel, y la visión de Daniel sobre las Setenta Semanas. Examinaremos brevemente cada una de éstas.

 

PROFECÍAS SOBRE EL PUEBLO JUDÍO

Federico el Grande le dijo en cierta ocasión a uno de sus mariscales: “Dame en una palabra una prueba de la veracidad de la Biblia”. El mariscal contestó inmediatamente: “Los judíos”. Hegel, el escritor alemán, dijo: “Mi filosofía lo explica todo menos los judíos”. La razón por la cual el pueblo judío es tan difícil de explicar es porque ocupa un lugar único en los planes y en los propósitos de Dios. Su destino natural está predicho con divina exactitud en las Sagradas Escrituras, y su historia pasada así como su situación actual atestiguan la exactitud de tales profecías.

 

La nación tuvo comienzo en el llamamiento de Abraham, a quién Dios prometió convertir en una gran nación (Génesis 12:2). Desde el punto de vista humano, esto parecía muy improbable, sin embargo, el cumplimiento de la promesa en la historia no necesita que aduzcamos aquí prueba alguna. Además de esta promesa a Abraham, Dios añadió: “y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (v.3). ¿Cómo podían ser benditas todas las naciones a través de Abraham? La respuesta es que Cristo Jesús es descendiente directo de Abraham (Lucas 3:34), y que El cumple abundantemente este profecía.

Se profetizó una y otra vez que los judíos serían perseguidos y dispersos entre las naciones de la tierra si hacían el mal delante de Dios y si se negaban a obedecer su voz (Levítico 26: 31-33 ; Deuteronomio 4:27 ; 28:36,37, 64-67 ; 29:28 ; Jeremías 9:16 ; Ezequiel 22:15 ; Zacarías 7:14). Han ocurrido varias dispersiones del pueblo judío, siendo la última en el año 70 de nuestra era, cuando Jerusalén fue destruida y los judíos supervivientes fueron literalmente desparramados entre las naciones, donde han estado desde entonces en su mayoría.

No obstante, otra profecía sobre este pueblo decía que, aunque dispersos, no perderían nunca su identidad nacional sino que seguirían siendo una nación separada y distinta a las demás: “He aquí un pueblo que habitará confiado (o solo) y que no será contado entre las naciones” (Números 23:9). Esto parecía imposible. Generalmente, cuando un pueblo es desprovisto de su territorio y sus conquistadores lo hacen dispersarse, se mezclan por medio de casamiento con sus vecinos y son asimilados con ellos. Pero no ocurrió esto con los judíos. Aunque parecía habérselos tragado las demás naciones, este notable pueblo no fue nunca digerido por ellas.

El estado actual de Israel está profetizado en Oseas 3:4 “Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin serafines. Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días”. Aquí vemos que los hijos de Israel estarían sin familia real (rey y príncipe), sin la forma levítica de sacerdocio y de sacrificio (efod y sacrificio), y que a pesar de ello estarían libres de la idolatría (estatua y serafines). No se podría describir de forma más exacta el estado de los judíos en la última diáspora.

Las escrituras afirman que Israel volverá a ser reunido y establecido en su tierra, aunque estén aún rechazando a Cristo (Ezequiel 36:24-27). Aunque estas profecías no se han cumplido cabalmente, ha habido muchos acontecimientos relacionados con ellas en nuestros días. La nación de Israel se formó en 1948 con su propio gobierno, su bandera, sellos de correo, ejército, y sistema de educación. Han vuelto a Israel judíos de más de 74 países distribuidos por los cinco continentes. La principal exportación de Israel la constituyen los frutos cítricos, hecho muy interesante a la luz de Isaías 27:6b: “y la faz del mundo llenará de fruto”. Hoy día, a causa de las campañas de repoblación forestal de los israelíes, las montañas de Israel están cubiertas de millones de árboles, en su mayor parte del tipo del pino. Isaías profetizo unos 750 años antes de Jesucristo: “En lugar de la zarza crecerá el cipres” (conífero del pino) (Isaías 55:13). En Deuteronomio 32:13 leemos que el Señor trajo a Jacob a una tierra donde podía “chupar... aceite del duro pedernal”. Al descubrirse petróleo recientemente en Israel este pasaje se leyó por radio y televisión.

Cuando uno se para a pensar en la aparente insignificancia de este tribu semítica de “vagabundos de la arena”, como le llamaban despectivamente los egipcios, no tiene más remedio que asombrarse del papel tan importante que han jugado y siguen aún desempeñando en los asuntos mundiales. Su influencia en ciencia, religión, política, en los negocios, el arte, y otras formas de manifestación humana es completamente desproporcionada con su número de población, y sobrepasa con mucho la contribución a dichas actividades de cualquier otro pueblo.

Como el curso de su historia está tan minuciosamente profetizado en la Biblia, preciso es aceptar que ésta es la Palabra de Dios. El fallecido Canciller Erskine dijo: “La dispersión universal de los judíos por todo el mundo, sus insólitos sufrimientos, y su maravillosa conservación, serían suficientes para establecer la veracidad de las Escrituras, aunque todos los demás testimonios se hundiesen hasta el fondo del mar”.

 

LA PREDICCION DE DANIEL SOBRE LOS CUATRO IMPERIOS.

 

En el libro de la profecía de Daniel, escrito en el año 530 a. de C., por dos veces se profetiza que la nación judía estaría sometida a cuatro imperios mundiales. En el capítulo 2, por ejemplo, encontramos la descripción de la visión que Dios dio a Nabucodonosor de la gran imagen que tenía (a) la cabeza de oro refinado, (b) el pecho y los brazos de plata, (c) el vientre y los muslos de bronce, y (d) las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro cocido. Con la sabiduría que Dios le había dado, Daniel interpretó esta visión en el sentido de representar cuatro reinos sucesivos que tendrían poder sobre toda la tierra. El primero de ellos lo identifica definitivamente como Babilonia: “Tú eres esta cabeza de oro”, le dijo a Nabucodonosor, rey de Babilonia (Daniel 2:28).

En el capítulo 7 tenemos la visión confirmatoria de las cuatro bestias que “subían del mar”: (a) un león, (b) un oso, (c) un leopardo, y (d) una bestia sin nombre. También éstas se interpretan en el sentido de representar cuatro imperios correspondientes a las cuatro partes de la imagen descrita en el capítulo 2. En el capítulo 8 hay otra visión más, la de un carnero y un macho cabrio, y es muy interesante notar que los dos son identificados como las naciones Medo-Persia y Grecia (vv 20,21).

Lo asombroso es que la nación de Israel ha estado sometida a cuatro imperios mundiales, y nada más que a cuatro. Por el tiempo cuando se dieron estas visiones los judíos eran cautivos de los BABILONIOS. Poco tiempo después el imperio de Babilonia se derrumbó bajo las proezas militares de MEDOS y PERSAS. Luego Alejandro el Grande tomó el mando mundial para GRECIA, hasta que el imperio hubo de ceder ante el empuje de ROMA. Desde entonces, Israel ha sido subyugado por otras naciones, pero nunca lo ha vuelto a ser por un imperio mundial.

Estas profecías de Daniel son tan claras y detalladas en su descripción, y tan exactas en su cumplimiento, que los sabios incrédulos, tanto religiosos como seglares, han intentado desacreditar la autenticidad del libro de Daniel asegurando que no lo escribió Daniel, sino alguna otra persona después de ocurrir los acontecimientos, dándole luego el nombre de Daniel, el profeta, para acreditarlo. Todos los intentos de tirar por tierra la profecía de Daniel han sido infructuosos. Si verdaderamente este tema es de interés propio, recomiendo a los lectores que examinen con detalle la evidencia leyendo (DANIEL EN EL FOSO DE LOS CRÍTICOS), por Sir Robert Anderson, antiguo jefe de SCOTLAND YARD, publicado por Fleming H. Revell. En realidad, el elemento profético es tan inequívoco en Daniel que Gibbons, historiador seglar e incrédulo, se vio forzado a declarar: “Los cuatro imperios están claramente delineados: y el invencible ejército de los romanos se describe con tal claridad en las profecías de Daniel, que no lo hacen mejor las historias de Justino y Diodoro”.

 

PROFECÍAS RELATIVAS A TIRO

 

La historia de la ciudad de Tiro proporciona otro ejemplo asombroso e innegable de cumplimiento de profecía. Esta ciudad era un gran puerto comercial del Mediterráneo, a unas 100 millas al norte de Jerusalén. Estaba construido parcialmente sobre tierra firme, y en parte sobre una isla separada a media milla de tierra. Su destrucción la predijo Ezequiel (cap. 26) con divina precisión, unos 588 años antes de Cristo.

Notemos los siguientes detalles de la predicción: (a) Tiro sería sitiada por el rey de Babilonia (v.7). (b) Las piedras, la madera y aun el polvo de la ciudad yacerían en medio de las aguas (v.12). (c) La ciudad quedaría tan desnuda como una peña lisa (v.14). (d) Nunca volvería a ser reconstruida (v.14).

De acuerdo con la historia, sabemos lo que realmente le ocurrió a la ciudad de Tiro. Nabucodonosor la cercó, sitiándola durante unos trece años. Antes que la ciudad cayese, los habitantes se llevaron sus pertenencias a la isla. Como tenían una marina fuerte, pudieron defenderse en la isla durante mucho tiempo después de haber sido tomada la ciudad que estaba sobre tierra firme.

Pasaron unos doscientos años. Por entonces se encontraba Alejandro el Grande en su ambiciosa campaña para conquistar el mundo conocido. En el año 332 a. de Cristo, llegaron sus ejércitos a las Costas de Tiro, pero no pudieron atacar la isla fortificada. Entonces Alejandro decidió construir una calzada que le permitiese acercarse en seco a la isla. Para realizar su proyecto utilizó las piedras, las maderas y los escombros (el polvo) de la antigua ciudad, y los fue arrojando al mar, dejando el antiguo lugar de la ciudad raso como una roca, según la profecía. De esta forma consiguió ocupar parte de la ciudad que aún quedaba sobre la isla. NUNCA SE HA RECONSTRUIDO TIRO, y en el día de hoy los pescadores tienden sus redes a secar sobre su solar. (¿interesante no?).

 

¿Cómo se explica que estas profecías, escritas centenares de años antes de los acontecimiento, se cumpliesen hasta en los más pequeños detalles?.

Sólo hay una explicación en la cual la mente puede descansar con perfecta satisfacción: es la que ha hablado Aquel cuyos pensamientos abarcan las edades, y para quien el futuro no tiene velo alguno, Aquel que, con estas pruebas indubitables de su saber y poder, escribe en el corazón del hombre aquellas conocidas palabras...

Mt 24:35  EL CIELO Y LA TIERRA PASARÁN, MAS MIS PALABRAS NO PASARÁN.

 

MÁS PROFECIAS CUMPLIDAS

 

Profecías relativas a Cristo.

 

De todas las series de profecías que encontramos en la Biblia, seguramente ninguna puede compararse con las que se refieren a nuestro bendito Señor y Salvador, tanto por su número como por sus detalles.

 

Con la relación a su linaje, está predicho que sería de la misma simiente de Abraham (Génesis 22:18), de la tribu de Judá (Génesis 49:10), y de la casa de David (Isaías 9:7). Por lo que respecta a su nacimiento, se profetizó que nacería de una virgen (Isaías 7:14) y que ocurriría en Belén (Miqueas 5:2).

A este respecto es interesante notar que había dos pueblos llamados Belén, uno en el territorio de Zabulón, por la parte norte de Israel (Josué 19:15), y el otro en el de Judá, que también era conocido bajo el nombre de Errata. Por eso Miqueas especifica bien en su profecía que el nacimiento del Mesías sería en Belén Errata. Isaías profetizó que sería anunciado por un precursor (40:3), ungido con el Espíritu Santo (11:2 ; 61:1), y que su ministerio comenzaría en Galilea (9: 1,2). Estaba profetizada su traición por un amigo suyo que comía de su pan (Salmo 41:9), y que el precio de la traición sería treinta monedas de plata (Zacarías 11:12).

La forma de su muerte, por crucifixión, se había detallado claramente en el Antiguo Testamento con los siguientes pormenores: sus manos y sus pies habían de ser taladrados (Salmo 22:16); tenía que morir entre transgresores (Isaías 53:12); sus enemigos se repartirían su ropa echando suertes sobre ella (Salmo 22:18); le darían hiel y vinagre (Salmo 69:21); no le romperían hueso alguno (Salmo 34:20); su costado sería traspasado (Zacarías 12:10). Hasta las palabras exactas de su exclamación habían sido predichas; “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Salmo 22:1); su muerte no sería por sí mismo, sino por los demás (Isaías 53:5,12); su entierro sería en la tumba de un rico (Isaías 53:9); pero había de resucitar (Salmo 16:10), y “subir a lo alto”, es decir, ascender al cielo (Salmo 68:18).

Algunas de las profecías arriba citadas fueron escritas hasta 1600 años antes del nacimiento de Cristo, y todas ellas se hicieron más de 400 años antes de dicho nacimiento. Este breve sumario de profecía no es una lista exhaustiva, ni mucho menos, pero a la vista de su exacto cumplimiento en el nacimiento, vida, muerte, resurrección y ascensión de Cristo Jesús, ¿qué conclusión podemos sacar? Herbert Stewart, autor de “La fortaleza de la Profecía” dice: “Si la autenticidad y la exactitud de la Biblia hubieran de probarse en nuestros juzgados sobre la base de la evidencia manifestada por el cumplimiento de las predicciones de la Escritura, el veredicto no ofrecería la menor duda. Ningún juzgado podría disputar con justicia o inteligencia el valor de la aplastante masa de pruebas disponible para probar que la Biblia es de origen sobrenatural. No puede encontrarse un solo fallo en las predicciones de la Escritura”.

 

LA VISIÓN DE DANIEL DE LAS SETENTA SEMANAS

 

Aunque casi todos los cristianos están familiarizados con las profecías ya mencionadas, relativas a Cristo Jesús, no todos conocen una de las más extraordinarias predicciones acerca de El. Por increíble que parezca, Daniel predijo el mes y el año de la muerte del Mesías, y lo hizo por lo menos 560 años antes de que aconteciera.

Esta maravillosa profecía se encuentra en el capítulo 9 del libro de Daniel. Los cálculos son bastante complicados, pero Sir Robert Anderson nos ha suministrado lo que hemos de considerar la mejor interpretación de este pasaje que jamás se haya dado.

En resumen, Daniel predijo que, desde la proclamación del decreto para la restauración de Jerusalén (v.25) hasta que se le quitara la vida al Mesías (v.26) transcurrirían 69 semanas (7 semanas y 62 semanas). En realidad la palabra traducida por semana significa simplemente “siete” y se refiere a cualquier período de tiempo. Aquí sólo podemos interpretarla por años, de forma que desde el decreto hasta la muerte del Mesías pasarían 69X7=483 años.

El decreto de Artajerjes autorizando la reconstrucción de Jerusalén fue dado en el año 445 antes de Cristo. Haciendo el reajuste necesario por los años bisiestos y por el salto de la era antes de Cristo a después de Cristo, llegamos al mes de Abril del año 32 después de Cristo, que fueron el mes y el año de su crucifixión.

Aquellos que se interesen por los detalles exactos de estos cálculos pueden observar el libro del citado autor, cuyo título original es (El Príncipe que Viene). O en inglés THE COMING PRINCE. Estos mismos detalles aparecen en el capítulo 10 del libro, le recomendamos tener una Biblia a mano para seguir las Escrituras de Daniel con los cálculos, para poder apreciar con mayor veracidad.

Esta profecía de Daniel, así como otras muchas del mismo profeta, se han cumplido con toda exactitud y constituyen pruebas irrefutables de la inspiración divina de la Biblia. También explican por qué ha sido el libro de Daniel el blanco de la crítica destructiva que ataca la Palabra de Dios.

 

UNA PROFECÍA SOBRE JERUSALÉN

 

En Lucas 21:24 se nos dan unas palabras proféticas de Jesús sobre esta ciudad: “Jerusalén será hollada por los gentiles (Gentil significa todo aquel que no sea judío), hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan”. Desde la destrucción de Jerusalén por los Romanos en el año 70 d. de C., la ciudad ha estado gobernada bajo dominio gentil. En el año 363 d. de C. el malvado emperador romano conocido por Juliano, el Apóstata, decidió desacreditar el cristianismo sirviéndose de los judíos y permitiéndoles que reconstruyan el templo. Un historiador no cristiano, Gibbon, cuenta que un terremoto, un torbellino, y una erupción de fuego levantaron y desparramaron los nuevos cimientos del templo, parándose como consecuencia la obra.

 

En 1948 se formó la nación de Israel con su propio gobierno, pero al fijar las fronteras, quedó la antigua Jerusalén en territorio del reino hachemita de Jordania. Los judíos tienen una ciudad llamada Jerusalén que no es la misma Jerusalén bíblica. Posteriormente, el mismo año, el ejército judío reanudó el conflicto con la Legión Arabe, en un obstinado ataque para recuperar la antigua ciudad, y cuando parecía que iban a conseguir sus propósitos, las Naciones Unidas intervinieron con un “alto el fuego”. Se estableció una tierra de nadie entre los dos ejércitos en lucha, dejando la antigua Jerusalén en manos árabes. Pero todo esto no invalida la profecía de Jesús, pues aunque los judíos conquistaran Jerusalén, su victoria no sería duradera, sino que dicha ciudad seguirá siendo hollada por pies gentiles “hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles”. Ellos (los gentiles) hollarán la ciudad santa “cuarenta y dos meses” (Apocalipsis 11:2). De este pasaje podemos deducir que los gentiles seguirán dominando en Jerusalén durante la segunda mitad de la semana setenta de Daniel que hemos estudiado anteriormente, tiempo que en la Biblia se llama de Gran Tribulación. Esta terminará con la Segunda Venida de Cristo en Gloria. (ATENCIÓN, según el libro de Daniel estamos en la semana 69 y a punto de entrar en la semana SETENTA que es cuando empiezan los problemas verdaderamente lamentables entre los seres humanos) esto sigue mejor detallado a partir del capitulo 4 hasta el capítulo 19 de Apocalipsis.

 

AYES SOBRE LAS CIUDADES DE GALILEA

 

Cuatro de las ciudades visitadas por Jesucristo en el curso de su ministerio en Galilea fueron: Capernaún, Gorazín, Betsaida y Tiberias. A pesar de que muchos de los milagros realizados por el Maestro tuvieron se escenario en las tres primeras, éstas no se arrepintieron, por lo que el Señor pronuncio sobre ellas los “ayes” que nos transmite el evangelista San Mateo (11:21-24). Pero no se pronuncio ninguno de estos ayes sobre Tiberias. ¿Existen hoy en día estas ciudades? Hay ruinas en por la orilla norte del Lago de Galilea que muchos creen ser de Capernaún, pero se desconoce el lugar exacto de su emplazamiento, y otro tanto ocurre con Gorazín y Betsaida. Nadie sabe hoy exactamente dónde estuvieron estas ciudades, pudiendo asegurarse que han perecido en el sentido más amplio del término. En cambio Tiberias es todavía un puerto activo del Lago o Mar de Galilea, que ha sobrevivido a los avatares de los tiempos. ¿Es pura casualidad que las tres ciudades denunciadas por Cristo hayan desaparecido, y no así la cuarta que El no incluyo en sus ayes?

 

SUMARIO

 

Pudieran citarse veintenas de casos no incluidos en este escrito de profecías cumplidas, pero con esto basta para probar que los escritores de la Biblia estaban inspirados divinamente cuando escribían. Para cualquier mente honrada, la evidencia es aplastante. El Dr. Scofield expresa muy fielmente la importancia del cumplimiento de las profecías con estas palabras: “La profecía cumplida es prueba de inspiración porque las predicciones de la Escritura sobre los acontecimientos del provenir se hicieron tanto tiempo antes de que tales acontecimientos pudieran preverse que ni la sagacidad ni la previsión humana hubieran podido predecirlos, y las predicciones son tan detalladas, minuciosas y específicas que excluyen la posibilidad de que se tratase de suposiciones afortunadas. Centenares de profecías relativas a Israel, la tierra de Canaán, Babilonia, Asiria, Egipto, y numerosos personajes –tan antiguas, singulares, tan aparentemente improbables, y al mismo tiempo tan definidas y detalladas que ningún mortal podía haberlas imaginado, se han cumplido por medio de los elementos de la naturaleza, por hombres que las desconocían en absoluto, o que no creían en ellas, o que luchaban desesperadamente para evitar su cumplimiento. Es cierto, por tanto, que las Escrituras que las contienen son inspiradas”.

 

DIJO JESÚS: “y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis”.

(Juan 14:29).

 

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